Liderar El Diseño Desde La Vulnerabilidad

Uli Valdez
5 min readDec 15, 2023

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Photo by Soledad Lorieto on Unsplash

Durante este año, he vivido experiencias cada vez más cercanas al liderazgo y la gestión desde diferentes perspectivas. Esto me ha permitido ver, siempre tratando de tener un ojo crítico, la diversidad de formas y corrientes que pueden tener personas en su liderazgo al aproximarse a un proyecto frente a un equipo. Uno de los objetivos que he perseguido desde el año pasado ha sido reconocer y entender cuál es el estilo y principios que quiero tener en mi liderazgo. Después de todo, el liderazgo en el sector público y privado requieren de un actitud firme y humana, sobre todo en proyectos de diseño. Y desde mi punto de vista, requiere de una reflexión profunda de intenciones y emociones.

En una de estas introspecciones, he pensado acerca del sistema de poder que se maneja dentro de las organizaciones. No es sorpresa para nadie que, especialmente en latinoamérica, existe una cultura corporativa latente que se basa en el sometimiento y la violencia, producto de un sistema patriarcal y paternalista. Es normal encontrarse con empleos en donde el crecimiento se basa enteramente en la influencia y poder que puedes tener sobre otras personas para lograr objetivos que se imponen a través de una estructura mayor a ti. Es decir, una cadena de sometimiento.

Como en muchas disciplinas, las habilidades son solamente herramientas abstractas que permiten llegar a un objetivo. Sin embargo, como con cualquier herramienta, la intención que uno pone en el uso de dicha herramienta es lo que verdaderamente importa, así como la resiliencia, madurez y esfuerzo que se dedica a traspasar los problemas que conlleva llevar esa intención consigo mismo. En el caso del liderazgo, esta habilidad es un factor clave para determinar el éxito o fracaso de un proyecto, pero la intención sobre la que se genera el liderazgo me parece igual o aún más relevante que la habilidad en sí misma.

El liderazgo por el poder es un ejemplo que podemos notar en muchos rincones de latinoamérica y, me atrevería a decir, que del mundo. La intención de tener poder para someter o ejercer el poder sobre otras personas puede ser tan dañina en las personas como una mala planeación. Puesto que el liderazgo , además de un servicio para personas externas a un proyecto, significa guiar y servir a colegas con el objetivo de llevar a cabo un proyecto o cumplir un objetivo, parece contradictorio que una persona desee crecer a un puesto de liderazgo para ejercer poder. Sin embargo (y porque sé que muchas personas que me pueden leer son de entornos de innovación), saliendo de nuestro círculo de tecnología, también debemos entender al liderazgo en contextos de ventas, administración o entretenimiento, todos estos contextos también implementan sistemas de liderazgo que, ya sea porque la cultura o el sistema se los impone, consciente o inconscientemente, se ejerce violencia sistemática a través de estas estructuras.

Salir de estas cadenas de sometimiento y violencia es complicado, pues en las acciones cotidianas pocas veces podemos entender el subtexto que contienen porque, claramente, en el trabajo diario, hay poco tiempo para pensar en lo que está pasando. Es por eso que es importante tener una reflexión e introspección constante de lo que nos sucede día con día.

Dicho esto, y como contexto reflexivo, he pensado en un elemento del que pocas veces se habla en la cultura corporativa.

Photo by Trent Haaland on Unsplash

La vulnerabilidad en el liderazgo

Naturalmente, bajo un sistema en el que vivimos y trabajamos, pocas veces podemos hablar de ser vulnerables. Menos aún, cuando crecemos a un puesto de liderazgo en el que se espera que tengamos todo bajo control y estemos seguros de que todo salga como se tiene planeado. Las imágenes que creemos que podemos proyectar con la vulnerabilidad ante las personas que nos siguen, o ante otros líderes, comúnmente la relacionamos con debilidad o falta de seguridad.

Sin embargo, ya sea al estar frente a un público, enfrentarte a un problema en el que no tienes experiencia o ver cómo las cosas se complican una y otra vez, la humanidad que corre por nuestra sangre no nos hace inmunes ante el sentirnos inseguros cuando llega el momento. Y eso no está mal.

Fundamentalmente, diseño es una profesión que tiene como base la experimentación y el error constante. Debemos fallar para poder aprender de nuestros errores y mejorar nuestras propuestas de solución. Así como lo hablé en mi anterior artículo El Poder de la Amabilidad Hacia Uno Mismo en el Mundo del Diseño, perdonarnos por cometer errores hace más sencillo que naveguemos a través del diseño, y más aún, en el liderazgo de proyectos que, de por sí, ya tienen un grado de complejidad considerable.

Es por eso que he visto a la vulnerabilidad como una cualidad a la que quiero abrazar. Personalmente, durante toda mi carrera, he tenido experiencias que me han hecho cuestionarme qué postura debería tener al ser un líder, y de la gran gama de perspectivas que he conocido, en este momento me inclino a la vulnerabilidad como parte fundamental de lo que quiero llegar a ser.

Conectar con colaboradores es un reto en sí mismo, conocer sus objetivos profundos y desarrollar una relación en la que se pueda crear un ambiente de confianza es complicado debido a toda la carga cultural con la que vivimos en las organizaciones. Es en este contexto, donde la vulnerabilidad podría ser una buena manera de abordar las relaciones interpersonales con colegas.

Abrazar la vulnerabilidad en el liderazgo significa aceptar que no somos omnipotentes ni sabelotodos, ni siquiera en nuestra propia disciplina. Además, significa aceptar que no somos el centro de atención de todos y que, así como todas las personas, cometemos errores y tenemos defectos. Y además de eso, significa tener el valor de compartirlo con nuestro equipo. Puede sonar loco debido a que estamos acostumbrados a los entornos de competencia y estrategia militar en las organizaciones, en las cuales, cada movimiento está calculado al milímetro y cualquier movimiento falso convierte un día de campo en el apocalipsis, pero conectar con personas a un nivel humano significa bajar la guardia por un momento y abrirnos a las historias que nos hacen conectar profundamente con lo que somos y compartimos.

El dilema del erizo de Schopenhauer es una historia en metáfora que describe el conflicto entre dos necesidades humanas: la conexión profunda y la autonomía. En nuestras relaciones interpersonales, acostumbramos a no bajar la guardia por miedo a que cualquier información que despleguemos sea usada en nuestra contra, mientras que, por otro lado, buscamos una conexión profunda con personas con las que podamos relacionarnos. Es en este dilema en el cuál, bajo una postura, elijo la vulnerabilidad como un conducto para liderar. Esto, claramente, no significa dejar de lado la guía, o perder la autoridad; sino que, sencillamente, significa tener la intención de tener confianza en mi equipo y que ellos sepan que pueden tener confianza en mí.

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Uli Valdez

Me encanta y critico activamente al diseño. Humanista. Senior Designer @ EPAM